miércoles, 23 de febrero de 2011

Los efectos económicos de las revueltas en Egipto

No tan sólo las consecuencias de las revueltas en Egipto tienen efectos económicos, sino que el detonante que las provocó también tienen un trasfondo económico. Joaquín Luna, jefe de la sección de internacional de La Vanguardia, hace una pincelada de las causas que han llevado a Egipto a su situación actual.

Egipto es un país proteccionista y, por miedo, el gobierno subvenciona productos básicos, como el pan o la harina. "El Estado" -dice Luna- "debería ser capaz de crear suficiente riqueza para ahorrarse estas subvenciones y que la población pudiera adquirirlas con sus propios salarios". Por tanto, el gobierno sabe que no debería hacer estas subvenciones, ya que de esta forma el pueblo depende mucho del Estado y, si deja de subvencionar algún producto, empieza el malestar social y las revueltas.

Las privatizaciones son otro factor que han causado las revueltas. En los últimos años, Mubarak ha ido privatizando empresas públicas y las puso en manos de personas de confianza para el gobierno, como su propio hijo. Esto ha dado lugar a la creación de "camarillas" de negocios, tal y como las llama Luna. Con el paso del tiempo, la población se ha dado cuenta de estas actuaciones por parte del Estado y su descontento ha ido en aumento. Esto ha provocado el aumento de la corrupción dentro del gobierno, la cual cosa es muy perjudicial para la economía de cualquier país. En Egipto, por ejemplo, para poder abrir un negocio propio, no se valora si es una buena iniciativa, más bien lo que se tiene en cuenta es si se tiene un vínculo con algún miembro del Estado. "Desgraciadamente, hay unos que manipulan el país y los otros van detrás", indica el jefe de la sección de Internacional.

Revueltas en Egipto

domingo, 13 de febrero de 2011

“Primero sois animales, después sois seres humanos y, por último, periodistas”

El 80% de las noticias hablan de desastres, guerras, catástrofes, delincuencia, maltrato y accidentes. “La violencia es un elemento omnipresente del quehacer del periodistal”, remarca el profesor Alejandro Navas, quien junto con el psiquiatra Francisco Orengo y el periodista y terapeuta Mark Brayne, intentaron concienciar a los futuros periodistas de lo que van a encontrarse en su día a día.

“No hace falta ser corresponsal de guerra”, advierte Francisco Orengo, ya que hay otras situaciones adversas donde la violencia o las situaciones espantosas están presentes, como puede ser el atropello de un niño. Precisamente porque el periodista se encuentra en esa tesitura de presenciar hechos dolorosos y traumáticos, procesarlos y explicarlos a la sociedad, el psiquiatra recomienda “la creación de unos recursos psicológicos que os permitan trabajar con lo más duro del ser humano, sin salir traumatizados”.

Del mismo modo, Mark Brayne, corresponsal de la BBC durante 30 años y testimonio de algunos de los duros episodios del siglo XX, -como la Guerra Fría, la caída de Ceausescu durante la revolución de Rumanía o las manifestaciones en la plaza de Tiananmen en Beijing,- asegura que “todo periodista debe ser entrenado para protegerse físicamente, pero sobre todo, emocionalmente”, porque “primero sois animales, después sois seres humanos y, por último, periodistas”.

Cuanto más amenazante es una situación, más intensa es la situación emocional y más probabilidades hay de sentir euforia. Mark Brayne cree que lo realmente difícil es ser periodista y humano a la vez, porque “el reto del periodista es mantener el juicio en todo momento para no posicionarse hacia ningún lado”. En este sentido, opina que “un periodista debe ser fuerte y a la vez flexible como la hierba, porque, si es fuerte y duro como el acero, puede romperse en cualquier momento. En cambio, si es como la hierba, puede doblarse en cualquier dirección y jamás se romperá”.