viernes, 20 de mayo de 2011

“Fidel ha hundido la Perla del Caribe en la miseria”

Nací en 1933 en La Habana. Estoy casada con un español, al que conocí en un viaje corto a España y con el que tengo dos hijos, nacidos en Cuba. Viví con él en la capital cubana hasta 1960, cuando se iniciaron las nacionalizaciones. Florecinda Hernández no es mi verdadero nombre. 

¿Qué significó para usted y su familia el triunfo de la Revolución cubana?
La Revolución era sinónimo de progreso. La mayoría de los cubanos la apoyábamos. Pero con el paso del tiempo todo ha cambiado a peor. Fidel hubiera podido potenciar la riqueza que Cuba poseía, pero ha acabado convirtiéndola en el mismo gobierno corrupto que había, pero, además, destrozándola.

¿Se siente decepcionada?
¡No sabes el dolor que sentimos los cubanos! Cuba era un país acostumbrado a la abundancia y, de pronto, todo falta… Hay mucha necesidad y esto se hubiera podido evitar. Poder comer día a día es una preocupación constante entre los ciudadanos.

¿Promesas no cumplidas?
Sí. Uno de los principales eslóganes de la Revolución era “educación y salud gratuita y de calidad para todos”, por ejemplo.

Y ¿no ha sido así? Dicen que en Cuba hay los mejores médicos.
Es verdad. Lo que no hay son recursos. A mi prima se le murió la hija en brazos, llevándola de hospital en hospital, buscando oxígeno porque le había dado un ataque de asma. En ningún hospital encontró oxígeno y en el taxi se le quedó en sus brazos.

¿Qué me dice de la educación? Muchos cubanos tienen una carrera.
¿De qué les sirve si no pueden ejercerla? Los cubanos que pueden se dedican al turismo, que es lo que da un poco más de dinero. Solo si tienen suerte y les surge un contrato de trabajo del extranjero podrán salir del país o casándose con alguien de fuera. Luego, tendrán que tener suerte allá a donde vayan y encontrar un puesto de lo suyo. Yo misma estudié la carrera de economía. No la ejercí en Cuba ni la ejerzo actualmente.

¿Cómo es la relación entre los cubanos y los turistas?
Antes, los turistas eran vistos como enemigos, aun suponiendo una fuente de ingresos para el país. El gobierno vigila las calles de La Habana a través de cámaras y de policías situados en cada cuadra de La Habana. Si un cubano habla con algún extranjero, es fácil que lo detengan por asedio al turismo, según lo llaman ellos. Aunque esto ahora es menos frecuente, debido al aumento del turismo, sigue pasando en ocasiones.